El Arrebatamiento de la Iglesia

El Arrebatamiento de la Iglesia

Atenta al momento profético que vive actualmente, la Iglesia fiel debe de estar anunciando sin cesar la venida del Señor Jesús para arrebatar a la Iglesia (Mat. 24:40-44), denominada Su Novia en las Escrituras. El arrebatamiento es una doctrina mencionada claramente en las Sagradas Escrituras (I Tes. 4:13-17). Cabe a la Iglesia fiel considerar las señales de los tempos, reconociendo que casi están enteramente cumplidas las señales anunciadas por el Señor Jesús en su sermón profético (Mat. 24:3-14 e 29-36), aunque no se sepa ni el día ni la hora.

En estos días, la Iglesia debe procurar vivir en santificación, produciendo el fruto del Espíritu, en obediencia a la Palabra de Dios y a las determinaciones del Espíritu Santo, y anunciar sin cesar la Salvación que solo hay en Jesucristo – por la gracia, por medio de la fe – y Su retorno gloriosa para arrebatar Su Iglesia (I Tes. 5:4-10).

En los días actuales, la Iglesia fiel debe buscar no tan solo ser bautizada con El Espíritu Santo, sino vivir también llena del Espíritu (Ef. 5:18-21). De la misma forma que ocurrió con las vírgenes sabias, la Iglesia que será arrebatada no tendrá únicamente un poco de aceite, mas una reserva de aceite (Mat. 25:1-13). La Iglesia fiel está preparada para la venida del Señor, pues es una Iglesia gloriosa, sin mancha (pecado) ni arruga (envejecimiento espiritual), acorde con lo descrito en Efesios 5:26-27.

La Iglesia no espera simplemente el regreso del Señor, sino que ama Su Venida (II Tim.4:8). Por su vez, la Iglesia infiel critica esa espera y ese deseo de la Iglesia fiel (II Ped. 3:4), pues no está preparada para ese momento glorioso en la Historia de la Salvación. Sin embargo la Iglesia fiel está siendo edificando a cada día, poniendo su fe y su esperanza en la Venida del Señor Jesús, fortalecidas constantemente al testimoniar (1) las señales que confirman la predicación del Evangelio, (2) la operación de los dones espirituales, y (3) los consejos y orientaciones del Señor.

“Ciertamente vengo en breve. Sí, ven, Señor Jesús!” (Apo. 22:17, 20).