Confesión

Confesión de Fe

Los puntos principales de nuestra Confesión de Fe, su base bíblica y el entendimiento de las Escrituras que fundamentan cada punto están descritos a continuación.

1. El único Dios vivo, verdadero y todo-poderoso existe eternamente en tres personas, todas con la misma gloria y poder: El Padre, el Hijo y El Espíritu Santo (Mateos 28:19; 2 Corintios 13:14). Dios es perfecto en santidad (Isaías 6:3), sabiduría (Romanos 16:27), justicia (Apocalipsis 15:3-4) y amor (1 Juan 4:8). Él creó y sostiene todas las cosas (Juan 1:3; Hebreos 1:3) por Su Palabra. El hombre fue creado para adorarle y servirle. Solamente Dios debe de ser adorado o exaltado (Éxodo 20:4-5; Hechos 10:25-26).

2. El Hijo eterno de Dios, para salvar la Iglesia, se hizo hombre perfecto, aunque igualmente perfecto en divinidad, en la persona del Señor Jesucristo (Juan 3:16). Él nació de una virgen por obra del Espíritu Santo (Mateos 1:18, 23), vivió una vida de perfección, sin pecado, cumplió la ley, fue crucificado por los pecados de la humanidad, resucitó de entre los muertos (1 Corintios 15:3-4) y subió a los cielos (Hechos 1:9), donde intercede continuamente delante del Padre por la Iglesia (Hebreos 7:25). Como resultado da su perfecta obediencia (Filipenses 2:8-11) el Señor Jesús recibió del Padre toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mateos 28:18) y fue hecho Salvador (Hechos 4:12) de todos aquellos que confían en Él (Hechos 16:31) y el único Mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). Los creyentes tienen así el privilegio de acercarse a Dios, el Padre, y orar a Él (Mateos 6:9), ayudados por el Espíritu Santo (Romanos 8:26) y en el nombre de Jesucristo (Juan 14:13-14).

3. La Biblia, se compone del Antiguo y del Nuevo Testamentos, es la Palabra de Dios Revelada (2 Timoteo 3:16-17). Sus manuscritos originales fueron integralmente inspirados por el Espíritu Santo. Por consiguiente no contienen ningún error (Juan 17:17). La Biblia es la única regla de fe y conducta para la Iglesia (2 Timoteo 1:3). La Iglesia no enseña ninguna doctrina que vaya mas allá de aquellas referidas claramente en las Sagradas Escrituras (1 Timoteo 6:3-5), en consonancia con las creídas por la Iglesia fiel a lo largo de su historia. Tales doctrinas deben de ser creídas, obedecidas, (1 Pedro 1:22) y vividas por la Iglesia (2 Timoteo 3:15). El mismo Espíritu que inspiro la Biblia provee el entendimiento necesario para que la Iglesia pueda comprender las Escrituras (1 Corintios 2:10-12). El Espíritu Santo vivifica las Escrituras (Juan 6:63) y las utiliza para revelar Jesucristo al hombre (Juan 15:26) y glorificarlo (Juan 16:14).

4. Todos los hombres son pecadores y, por tanto, sujetos a condenación eterna (Romanos 3:23). Ellos solamente pueden ser salvos por la gracia de Dios, por medio de la fe en Jesús (Efesios 2:8-9; Juan 6:47), como Hijo de Dios, como Cristo (Mateo 16:16-17) y como el único y suficiente Salvador. La muerte y la resurrección del Señor Jesús – tipificadas por Su sangre derramada en la cruz (Efesios 1:7; 2:13) – para salvación de todo aquel que cree es la suma y la esencia del Evangelio (1 Corintios 15:1-4) y la única fuente de toda vida espiritual (Juan 6:53-54; 7:37-39). Los creyentes son elegidos según la presciencia de Dios Padre, en santificación del Espíritu (1 Tesalonicenses 2:13; Efesios 1:4), para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo (1 Pedro 1:2).

5. Los creyentes manifiestan su fe en Jesús y su amor por Él a través de una vida de obediencia (Juan 14:21-23) y buenas obras (Santiago 2:17-18; Juan 15:8), las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10). Los creyentes se esfuerzan para vivir en Comunión con Jesús (Juan 15:7), andar en el Espíritu (Romanos 8:9-13; Gálatas 5:16) y vivir por la fe (Romanos 1:17). Ellos son guiados por el Espíritu de Dios (Romanos 8:14) y presentan el fruto del Espíritu (Gálatas 5:18, 22-25). Mientras sigan oyendo y siguiendo el Buen Pastor, ninguno de ellos será arrebatado de las manos de Dios (Juan 10:27-28). El Espíritu Santo capacita a los escogidos a perseverar hasta el fin en la fe (Apocalipsis 2:10, 26), en la santificación (Hebreos 12:14), en la obediencia (Juan 10:27; Romanos 6:17; Lucas 8:15) y en el servicio a la Iglesia (Hebreos 6:9-12).

6. El Señor bautiza en la Iglesia todos aquellos que creen en Jesús (1 Corintios 12:13). La Iglesia es el instrumento de Dios para manifestar al mundo la multiforme sabiduría de Dios (Efesios 3:10) a través de la realización, en nuestros días, del ministerio de Jesús (Juan 14:12). La Iglesia debe realizar la Obra de Dios en la tierra, predicar el Evangelio (Mateo 28:19-20), ayudar sus miembros (Efesios 6:18; Gálatas 6:2, 10), adorar a Dios (Hechos 2:46-47), bautizar los creyentes en las aguas (Mateo 28:19) y celebrar la Cena del Señor (Hechos 2:41-42). El Señor quiere que Su Iglesia sea constituida de un solo Cuerpo, que todos sus miembros estén unidos por un mismo Espíritu (Efesios 4:3), oigan la voz de un mismo Espíritu (Apocalipsis 3:22), sean dirigidos por un mismo Espíritu (Gálatas 5:18; Romanos 8:14), tengan una misma fe y se sometan en verdadera obediencia a un mismo Señor, el Cabeza de la Iglesia (Efesios 1:22-23; 4:1-6).

7. El Señor Jesús bautiza los creyentes con el Espíritu Santo (Juan 1:33; 14:16-17, 23; Efesios 1:13; Hechos 8:14-17) para edificar el Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:18, 24; 14:4-5, 12), llevando los creyentes a toda la verdad (Juan 16:13-14), a través de la operación del ultimo de los cinco Ministerios de la Palabra (maestro) y de los nueve dones del Espíritu (1 Corintios 12:7-12; Efesios 4:11-16). De esa forma el Señor prepara la Iglesia para Su segunda venida, que es su gran esperanza (1 Corintios 1:7-8; Efesios 5:25-27; 2 Timoteo 4:8).

8. El Señor Jesús volverá por Su Iglesia, constituida de todos los creyentes a lo largo de la historia que confiaron únicamente en la sangre del Señor Jesús – en otras Palabras, en su muerte y resurrección – para su salvación (Apocalipsis 7:9, 13-14), en día y hora desconocidos (Mateo 24:40-42). Aquellos que murieron en Jesús resucitaran de entre los muertos y con todos los creyentes recibirán cuerpos glorificados (1 Tesalonicenses 4:15-17; 1 Corintios 15:51-52). Desde ese momento en adelante la Iglesia vivirá en Comunión con el Señor Jesús en la eternidad (Apocalipsis 21). Aquellos que rechazaron la gracia de Dios ofrecida en Jesucristo serán juzgados y condenados a eterna separación de Dios (Juan 3:36; Apocalipsis 20:12-15).