La Palabra de Dios Revelada

La Palabra de Dios Revelada

“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” (Luc. 24:25-27)

“Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.” Dan. 12:9)

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” (Jo. 16:13)

“Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.” (Mat. 13:10-13).

Introducción

La Biblia es conocida como la revelación de Dios a los hombres. ¿Que significa, entonces, la expresión “palabra revelada” utilizada en el título de este articulo? La propia Biblia, que es la Palabra de Dios, nos permite comprender que es necesaria la asistencia del Espíritu Santo para que el lector pueda comprender con exactitud las verdades transmitidas en las Sagradas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento.

¿Por que razón quiso Dios no permitir que la comprensión exacta de esas verdades fuese adquirida por un simple examen histórico y gramatical de las Sagradas Escrituras? El Señor Jesús reveló el motivo a sus discípulos cuando estos le preguntaron por que el Señor hablaba a las multitudes por parábolas: “Porque a vosotros os es dado a conocer los misterios del Reino de los Cielos”. Es, por tanto, un privilegio de la Iglesia tener el conocimiento correcto de las verdades bíblicas.

Surge, entonces, otra indagación: para que la Iglesia esté habilitada a recibir ese conocimiento exacto de las Escrituras ¿que es necesario? Necesario es que la Iglesia sea asistida por el Espíritu Santo, cuya misión es conducir a los creyentes a “toda la verdad”. Ese es uno de los grandes objetivos del bautismo con el Espíritu Santo: proporcionar a la Iglesia un recurso indispensable para alcanzar toda la voluntad de Dios.

Letra y Espíritu

La Palabra de Dios, la Biblia, enseña que hay una diferencia fundamental entre, por un lado, el conocimiento meramente racional de las Sagradas Escrituras y, por otro, el conocimiento espiritual. Al estudiar un pasaje bíblico simplemente con recursos humanos – conocimiento intelectual de las Escrituras, análisis lingüístico, gramatical e histórico, consideración racional – no se consigue alcanzar todo el consejo de Dios y el conocimiento puede ser erróneo o, en la mejor de las hipótesis, apenas un conocimiento superficial.

Ese conocimiento erróneo o superficial es el que las Escrituras denominan de conocimiento de la “letra”. La razão del hombre, aún que asistida por el conocimiento lingüístico, gramatical e histórico, solo alcanza el entendimiento de la “letra”. Mas, “la letra mata” (II Cor. 3:6), o sea, la “letra” no transmite vida eterna, sino que lleva el hombre a la muerte eterna. El conocimiento de la “letra” engaña al hombre, haciéndole pensar que alcanzó el entendimiento de la voluntad de Dios.

En contrapartida, apenas el Espíritu transmite vida por medio del entendimiento espiritual de las Escrituras. Para que se pueda obtener el verdadero entendimiento de la voluntad de Dios contenida en las Sagradas Escrituras es necesario recibir “revelación” del Señor. Eso significa que, por medio del Espíritu Santo, Dios necesita revelar el verdadero significado de las Escrituras.

La Necesidad de Revelación

Cuando Lutero abrió la Biblia y leyó que “el justo por la fe vivirá” y que l salvación es trasmitida al hombre “por la gracia, por medio de la fe, no por obras”, el Espíritu Santo “reveló” el verdadero y profundo significado de aquellas Escrituras para que el reformador pudiese comprenderlas. Solamente utilizando la razón, aún que asistida por el conocimiento lingüístico, gramatical e histórico, Lutero jamás alcanzaría el conocimiento salvador de aquellos pasajes bíblicos. Quedaría limitado al conocimiento de la “letra”.

No obstante había una base bíblica para afirmar que, para entender la Biblia – que es la revelación de Dios al hombre – ¿es necesaria una operación del Espíritu Santo “iluminando” la mente del hombre?

Es muy esclarecedor, a ese respecto, el pasaje en el cual el Señor Jesús esclareció sus discípulos con respecto a la razón por la cual el hablaba a las multitudes por parábolas, El Señor Jesús reveló no querer que los misterios del Reino de Dios fuesen comprendidos por las multitudes; quería que fuesen entendidos apenas por aquellos que deseaban hacer la voluntad de Dios. “a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado” (Mat. 13:11).

En otra ocasión, el Señor Jesús mostró mas una vez que el entendimiento de las verdades espirituales es un privilegio de la verdadera Iglesia, de los verdaderos discípulos: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.” (Mat. 11:25). Más, todos los hombres alfabetizados e instruidos pueden tener acceso al conocimiento superficial de las Escrituras, un conocimiento insuficiente para la salvación. Mas apenas la Iglesia, que es asistida por el Espíritu Santo, tiene conocimiento de la “palabra revelada”, que transmite vida eterna. “Tú tienes palabras de vida eterna”, dijo Simón Pedro (Jo. 6:68).

La Letra no Edifica

Hay una serie de pasajes en las Sagradas Escrituras que están claramente ocultas, siendo evidente la necesidad de “revelación” del Espíritu Santo para que el verdadero sentido pueda ser alcanzado. Por ejemplo: la mayor parte de las parábolas contenidas en Mateo 13. Históricamente se verifica que hay varias interpretaciones posibles de las diversas parábolas, no habiendo absolutamente acuerdo, aún entre verdaderos creyentes, con respecto a su significado.

Varios pasajes del libro de Daniel y del libro del Apocalipsis también solo podrán ser plena e seguramente entendidos en su profundidad a no ser por revelación del Espíritu Santo. Libros como Cantar de los Cantares de Salomón y Ester, por otro lado, no aparentan tener un contenido eminentemente espiritual. Apenas por revelación se puede alcanzar toda la profundidad de eses libros y recibir las enseñanzas espirituales que ellas contienen.

Un mayor entendimiento de las profecías que se refieren a los últimos tiempos y a las señales que caracterizarían la venida del Señor Jesús, igualmente, solo puede ser obtenido cuando se tiene “revelación” del Espíritu Santo. Para que la Iglesia esté recibiendo las enseñanzas de las Escrituras necesarias para que esté preparada para la gloriosa venida del Señor Jesús es necesario que reciba “revelación” del Espíritu Santo A ese respecto, conviene tener presente que el Señor quiere que la Iglesia esté atenta a esas señales. En cierta ocasión, él censuró a los que no reconocían las señales de los tiempos: “sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! ” (Mat. 16:3).

Caso la Iglesia no reciba “revelación” del Espíritu Santo, ¿como podrá beneficiarse de esos pasajes y de eses libros mencionados arriba? La Palabra de Dios afirma que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16-17). Mas, para la Iglesia que no conoce la Palabra “revelada por el Espíritu” la mayor parte de los pasajes y libros mencionados arriba no trasmite cualquier tipo de edificación, todo lo contrario a lo que es enseñado en este pasaje de I Timoteo.

Por otro lado, la Palabra afirma que, en el tempo adecuado, la Iglesia entendería porciones cuyo significado estaba oculto: “Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. ” (Dan. 12:9). Claro, si no fuera así, ¿como podría la Iglesia beneficiarse espiritualmente del conocimiento de esos pasajes bíblicos? ¿Con que objetivo tendrían esas porciones sido incluidas en las Escrituras caso la Iglesia nunca tuviese la posibilidad de entender su significado? Llegaría un tiempo en que el verdadero significado de esos pasajes seria revelado.

El Espíritu Guía a la Verdad

Cuando Dios prometió bautizar sus siervos y siervas con el Espíritu Santo en los últimos tempos, afirmó que ellos serian usados en profecías, sueños y visiones (Joel 2:28). Fue por tanto profetizado que ellos recibirían dones espirituales a través de los cuales Dios se revela a los hombres, Dios habla a sus siervos. Aunque otros dones como el de lenguas y los de sanidad sean también importantes, Dios se refirió, a través de Joel, apenas a los dones de “revelación” (profecías, sueños y visiones).

Este punto se puede entender mejor cuando se observa que el Señor Jesús, al prometer enviar el Espíritu Santo, afirmó: “él os guiará a toda la verdad” (Jo. 16:13). Para Dios el conocimiento de la “verdad” es importante pues el propio Señor Jesús es la verdad – “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Jo.14:6) – e a Palabra de Dios é a verdad – “tu palabra es verdad” (Jo. 17:17).

Se puede concluir que, al bautizar sus siervos con el Espíritu Santo, el Señor pretende proporcionar a la Iglesia los dones espirituales, que son recursos necesarios para alcanzar un conocimiento mas grande de la Verdad, de la Palabra de Dios y del Señor Jesús (Hch. 2:32, 33, 36). Sin la “revelación” del Espíritu Santo no se puede obtener ese conocimiento.

En otra oportunidad, tratando del conocimiento pleno y verdadero del Hijo de Dios, dijo Jesús: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mat. 16:17). En ese pasaje, el Señor Jesús deja claro que, si alguno no recibe revelación de Dios, jamás tendrá un conocimiento verdadero, que es el conocimiento salvador del Señor Jesús. Sin revelación, nadie estará seguro de que Jesús es verdaderamente “el Hijo del Dios viviente” (Mat. 16:16). La Palabra de Dios afirma expresamente que “nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (I Cor. 12:3).

Conclusión

La letra mata, mas el Espíritu edifica. El conocimiento intelectual, religioso o teológico de las Escrituras no transmite vida; sino, trasmite escepticismo, apatía y muerte espiritual. En contrapartida, el conocimiento revelado de las Escrituras trasmite vida y vida en abundancia.

La mente y el intelecto se satisfacen con teología y estudios bíblicos al nivel de la razón. Las emociones son satisfechas con historias bíblicas transmitidas con emoción y entusiasmo. Sin embargo, apenas la Palabra revelada por el Espíritu Santo tiene el poder de alimentar el alma. Eso, porque el alma tiene sed de Dios, tiene sed del Dios vivo. Y tan solo la Palabra revelada por el Espíritu Santo transmite el genuino conocimiento espiritual del Dios vivo.

Una mínima parcela de la Palabra revelada, apenas un versículo (Mat. 15:27), es suficiente para satisfacer plenamente a los seres humanos. Satisface mucho más de que las modernas “enseñanzas bíblicas”, realizadas tan solo al nivel intelectual, sin el conocimiento de la revelación del Espíritu Santo.

Mas alabado sea el Señor porque deseó Dios revelar sus secretos a los niños, habiendo enviado para eso Su Espíritu Santo, que guía la Iglesia a “toda la verdad”. Solamente el Espíritu Santo, que inspiró las Sagradas Escrituras, tiene autoridad para interpretar la Palabra de Dios y, por tanto, puede transmitir a la Iglesia lo que va “más allá de la letra”.