Enseñanzas sobre la Obra del Espíritu Santo

Enseñanzas sobre la Obra del Espíritu Santo

1. El Proyecto para la Edificación de la Iglesia (Mar. 16:15-18)

1.1. El Señor Jesús tiene una Obra para ejecutar: la edificación del Cuerpo de Cristo (Mt. 16:18; Mar.16:15-18). El Señor opera por medio de la Iglesia (Mat. 18:18-20). El Señor usa una Iglesia constituida de siervos dispuestos a negarse a si mismos (Mat. 16:24) y a ejecutar la voluntad revelada del Señor con fidelidad (Apo. 2:10).

1.2. Toda Obra de edificación tiene como base un proyecto. Si queremos construir con seguridad y de acuerdo a la voluntad del arquitecto, tenemos que seguir el proyecto con fidelidad (I Cor. 3:9-11). Para realizar la Obra de edificación del Cuerpo de Cristo, de igual manera, tenemos que conocer el proyecto de Dios. De lo contrario no realizaremos Su Obra, sino nuestra Obra, la Obra de nuestra denominación, de nuestra Unión de iglesias.

1.3. El Señor no acepta de los creyentes cualquier trabajo realizado para Él. No basta trabajar con sinceridad. Es necesario trabajar usando los recursos espirituales que Él ha puesto a Disposición de la Iglesia y edificar obedeciendo fielmente Su proyecto. El Espíritu Santo (representado como fuego en las Escrituras) probará todo lo que hiciéremos y el Señor aprobará o rechazará nuestro trabajo por mas sincero que haya sido (I Cor. 3:12-15).

1.4. Un ejemplo bíblico claro es la edificación del Templo, figura de la iglesia, por Salomón (II Cor. 6:16). La construcción del Templo es una figura de la Obra de edificación de la Iglesia (I Cor. 3:9-10; 16-17). De la misma manera que David entregó a Salomón todo el material (I Crôn. 29:1-2) y los planos (I Crôn. 28:11-19) para la construcción del Templo, el Señor Jesús entrega al Espíritu Santo todas las instrucciones y el material necesario para la edificación de la Iglesia (Juan 16:7-15).

1.5. Nadie puede conocer el proyecto de Dios para la edificación de la Iglesia a no ser por revelación del Espíritu Santo (I Cor. 2:9-12). La Obra de Dios no coincide con nuestra “visión”, nuestro entendimiento, nuestro sentimiento, nuestros planes, ni con los proyectos de nuestra denominación o Unión de iglesias (Isa. 55:8-9). El Espíritu Santo dirige la Iglesia a cada paso, revelando lo que no agrada al Señor (Isa.30:21; 42:16).

1.6. El Espíritu Santo revela el proyecto de Dios a través de las Sagradas Escrituras (II Tim. 3:15-16) y a través de los dones espirituales (Hch. 9:10-16; 10:2-5). La Iglesia necesita buscar la voluntad del Señor en oración (Hechos 13:2 e Luc.11:9-13).

2. El propósito del Bautismo con El Espíritu Santo

2.1. El Señor Jesús bautiza con El Espíritu Santo los creyentes para que estos reciban poder para testificar del Señor. (Hechos 1:8), o sea, con unción, con señales (Luc. 1:20) y manifestación de dones espirituales (I Cor.14:24-25). No obstante también bautiza con el Espíritu para que pueda aconsejar y orientar a la Iglesia, guiándola a toda la verdad (Jn. 14:26; 16:13).

2.2. No es suficiente ser bautizado con El Espíritu Santo. Es necesario entender el propósito de Dios al bautizar con el Espíritu para que entonces se pueda vivir de acuerdo a ese propósito. El Espíritu Santo no fue derramado sobre la Iglesia para promover cultos emotivos, ni para que la Iglesia reciba más bendiciones, ni siquiera para proyectar “grandes siervos de Dios”. En otras palabras, el bautismo con el Espíritu Santo no se destina a agradar a la Iglesia ni a exaltar los líderes de la Iglesia.

2.3. El propósito del Bautismo con el Espíritu Santo es glorificar al Señor Jesús (Jn. 16:14), es capacitar a la Iglesia para realizar la Obra de edificación del Cuerpo (I Cor. 14: 5, 12) a través de la predicación de la Palabra con autoridad (I Cor. 2:4-5) y con señales (Mar.16:20; I Cor. 14:23-25).

2.4. Después del bautismo con el Espíritu, el Señor desea conceder a la Iglesia los 5 ministerios (Ef. 4:11) y los 9 dones espirituales (I Cor. 12:8-10), pues todos son instrumentos necesarios para que el Señor pueda gobernar Su Iglesia y confirmar la predicación del Evangelio con señales.

3. La Obra del Espíritu Santo

3.1. El Espíritu Santo opera basado en la Sangre de Jesús

3.1.1. El Señor Jesús completó la Obra que el Padre le había confiado cuando, después de nacer y vivir una vida sin pecado, murió en la cruz como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La Biblia se refiere a su sangre como símbolo de Su sacrificio por la Iglesia (Apo.5:9-10).

3.1.2. Basado en esa sangre ofrecida como sacrificio por los pecados de la humanidad, El Espíritu Santo opera hoy la Obra de Salvación, o sea, la Obra de edificación de la Iglesia. Para Jesús, la sangre derramada en la cruz representa Su muerte; para nosotros, representa vida eterna, salvación (Jn 6:53-56).

3.1.3 El Espíritu Santo hoy,  tiene el poder de transmitir al hombre la vida eterna porque el Señor Jesús consumó la misión que el Padre le confió para la salvación de la humanidad, al derramar Su sangre en la cruz (Jn 19:30). Ese es el “material” que Jesús transmitió, El Espíritu Santo para la edificación de la Iglesia. Si el Señor Jesús no hubiese muerto por la Iglesia y no hubiese resucitado, el Espíritu no nos podría transmitir vida eterna, ni operar salvación en nosotros (I Cor. 15:17, 20-21).

3.2. El Espíritu Santo conecta la Cabeza al Cuerpo

3.2.1. Concierne al Espíritu Santo recibir las instrucciones del Señor Jesús y transmitirlas a la Iglesia (Jn 16:13-14). Cuando la Iglesia está oyendo lo que el Espíritu está transmitiendo, recibe toda la orientación de la Cabeza de la Iglesia necesaria para Su edificación (Jn.10:16).

3.2.2. El Espíritu Santo recibe del Señor y transmite a la Iglesia no solamente palabras de consuelo y estimulo (Jn.14:25-26), sino también todo tipo de instrucciones necesarias para la edificación de la Iglesia (“toda la verdad”, Jn. 16:13). El Señor Jesús cumple, así, su promesa de estar siempre con Su Iglesia (Mat.28:20) y manifiesta su Gobierno sobre la Iglesia (Isa. 9:6, 7).

3.2.3. Todas las orientaciones generales que el Señor Jesús tiene para su Iglesia, inclusive todas las doctrinas, están contenidas en las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamentos (I Tim.3:15-17) – y de los dones espirituales. Ejemplo de una orientación general es la orientación que se refiere a “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15).

3.2.4. En cuanto a las orientaciones particulares, el Señor las transmite a través de los dones espirituales (I Cor.14:1-6, 24-31). Una orientación particular en el área de la predicación del Evangelio es dada a Pablo prohibiéndole de predicar en Asia y en Bitínia, y orientándole a ir para Macedonia (Hch. 16:6-10).

3.3. El Espíritu Santo testifica del Señor Jesús glorificándole solo a Él

3.3.1. Cuando El Espíritu Santo habla por medio de los dones espirituales (profecía, interpretación de lenguas y palabra de ciencia – visiones, sueños y revelaciones), El no exalta siervos fieles, ni miembros de la familia humana de Jesús, sino tan solo al Señor Jesús (Jn. 16:14).

3.3.2. El Espíritu solamente glorifica a Jesús. Toda Su operación a través dos 5 ministerios o de los 9 dones espirituales tiene como objetivo proclamar que Jesús está vivo (el Pan vivo), está presente en medio de Su Iglesia (Emanuel), es el Señor de Su Iglesia (la Cabeza), ama a Su pueblo (el Novio) y cuida de la Iglesia (el Pastor). Leer Hch. 4:8-12.

3.4. El Espíritu Santo revela la Palabra de Dios mas allá de la letra

3.4.1. Hay partes en la Palabra cuyo profundo significado No es visible (Mat.13:10-17; Gál. 4:21-31). El Señor quiere, a través del Espíritu Santo, revelar (o iluminar) el significado de esos pasajes y riquezas ocultas En otras Escrituras, para que la Iglesia sea edificada por toda la Palabra de Dios (I Cor.2:10-13). Por ejemplo, la enseñanza contenida en porciones de los libros de Daniel, Cantar de los Cantares y Apocalipsis, así como todo el significado de las parábolas de Jesús, solo pueden ser totalmente entendidas con la ayuda del Espíritu Santo.

3.4.2. A la Iglesia se le dio conocer lo que va mas allá de la letra en la Palabra de Dios por la operación del Espíritu Santo (II Cor.3:5-6; Dan. 2:19-23). En el caso de que eso no ocurriera, la Iglesia estaría limitada a depender de estudiosos de la Biblia, cuyas interpretaciones son divergentes, y acabaría escéptica con relación a la posibilidad de entender el significado real de las Escrituras. En realidad, eso es lo que ocurre con muchos estudiosos en Seminarios donde El Espíritu Santo no está operando del todo.

3.4.3. La causa de la dificultad de entendimiento de muchos pasajes de la Palabra de Dios es que sin la revelación (iluminación) del Espíritu Santo, no se consigue penetrar en los misterios de la Palabra de Dios. “Te alabo, Padre, porque…las revelaste a los niños” (Mat.11:25-26).

3.4.4. Jesús abrió el entendimiento a los discípulos para entender mas allá de la letra mientras estuvo con ellos (Luc.24:25-27, 44-47). Hoy esa misión la hace el Espíritu Santo, incumbido por el Señor Jesús de guiarnos a toda la verdad (Jn.16:13).

3.5. El Espíritu Santo y la Salvación

3.5.1. El Espíritu opera salvación aplicando la Palabra de Dios al corazón del hombre, convenciéndole de pecado (todos los hombres son pecadores), de la justicia (Jesucristo es nuestra justicia) y del juicio (el Señor juzgara a los vivos y a los muertos) (Jn. 16:7-11). El nuevo nacimiento es resultado de la operación del Espíritu Santo (Jn. 3:5-8).

3.5.2. Los dones espirituales son instrumentos del Espíritu Santo para la salvación del hombre. A través de los dones el Señor revela los secretos del corazón del hombre para que crea y confirma la predicación de la Palabra (I Cor.14:24-25), convenciendo al hombre que Jesús es el Salvador, está vivo, ama al pecador y un día volverá pra arrebatar Su Iglesia.