Dones Espirituales y Ministerio

Dones Espirituales y Ministerio

1. Principios generales
En su eterna sabiduría y gracia, Dios decidió conceder a la Iglesia todos los instrumentos espirituales necesarios para Su edificación: los 9 dones espirituales (I Cor. 12:8-11) – Palabra de sabiduría, Palabra de ciencia, fe, dones de sanidades, hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, diversos géneros de lenguas e interpretación de lenguas – y los 5 ministerios (Ef. 4:11)- apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro.

La edificación de la Iglesia, en la cual el Señor Jesús está directamente involucrado (Mat. 16:18) y que es la Obra del Espíritu Santo, comenzó en el día de Pentecostés con el derramamiento del Espíritu Santo – que se encarga de transmitir las revelaciones provenientes del Señor Jesús como Cabeza de la Iglesia – y terminará en el día en que esa edificación esté concluida, el día del arrebatamiento (I Cor. 13:10). Durante todo ese período, esos instrumentos de edificación son necesarios para la realización de la Obra que el Señor confió a Su Iglesia.

El bautismo con El Espíritu Santo no fue concedido apenas para transmitir unción (I Jn. 2:27) y alegría a la Iglesia (Rom. 14:17). El supremo propósito del Bautismo con El Espíritu Santo es capacitar a la Iglesia a recibir dones espirituales y ministerios para su edificación. Es por ese motivo que, al prometer enviar El Espíritu Santo a todos sus siervos y siervas, el Señor reveló al profeta Joel (Joel 2:28) que, como resultado del recibimiento del Espíritu, habría profecías, visiones y sueños, o sea, dones espirituales. Nótese que esas son manifestaciones de dones espirituales a través de los cuales el Señor revela con más exactitud Su voluntad a la Iglesia.

Sin embargo, los 9 dones espirituales no pueden ser usados de forma adecuada sin la ayuda de los ministerios. Los 5 dones espirituales y los 5 ministerios se complementan. Dones usados sin la ayuda de los ministerios se vuelven una fuente de problemas y no alcanzan el objetivo de edificación de la Iglesia. Por esa razón, en cada Iglesia local, cabe al Pastor supervisar el uso de los dones espirituales, juzgar cada manifestación de dones espirituales – juntamente con un grupo maduro de miembros de la Iglesia local – y decidir sobre la aplicación del don con sabiduría, de tal manera que sea alcanzado el propósito de edificación.

2. Los dones en la Iglesia local
Siendo así, siempre que hay manifestación de dones espirituales (profecía, interpretación, visiones, sueños y revelaciones) que contienen orientaciones para un creyente, para un grupo de la Iglesia o para la Iglesia como un todo, esas manifestaciones son transmitidas al Pastor, quien decidirá – con la ayuda del referido grupo de creyentes – sobre la autenticidad del don (si viene del Espíritu Santo) y sobre la forma de aplicar la orientación transmitida por medio de esa manifestación.

Los dones usados de esa manera – bajo la supervisión del pastor, juzgado sobre su procedencia y aplicado con sabiduría – son siempre un motivo de edificación (I Cor. 14:3-5, 12) y de alegría para la Iglesia. Hay Iglesias de las Américas y de Europa que han experimentado el uso de los dones espirituales de esa manera, con resultados maravillosos. Algunas Iglesias ya utilizan los dones espirituales de esa manera hace más de 35 años, sin que haya experimento los problemas que en general son asociados a esas manifestaciones del Espíritu Santo.

Para preparar la Iglesia para un mayor derramamiento del Espíritu que ocurrirá antes de la segunda y gloriosa venida del Señor Jesús para arrebatar Su Iglesia, el Señor está llamando la atención de su pueblo para la necesidad de usar los dones espirituales de forma bíblica: con sabiduría y discernimiento. A medida que esas enseñanzas son transmitidas a la Iglesia y son practicadas, la Iglesia está preparada para recibir una gran visitación del Espíritu Santo sin que haya los problemas comúnmente asociados a los dones espirituales. Al contrario, los dones espirituales serán un motivo de mucha alegría y bendición para la Iglesia, ya que por medio de ellos el Señor podrá revelar toda Su voluntad a su pueblo.

3. El servicio es el Nuevo 
Los dones espirituales son esenciales a para el servicio en el Nuevo Testamento. La orientación del Espíritu Santo sobre cómo deben de ser realizados los cultos en la Iglesia se refiere apenas a tres elementos: doctrina, salmos y dones espirituales (I Cor.14:23-33). El apóstol Paulo se detuvo, entonces, en la operación de los dones espirituales, demostrando como los incrédulos serian convertidos (será convencido, adorará a Dios y proclamará que Dios está en la Iglesia) cuando hubiere manifestaciones de dones que revelen los secretos de sus corazones (I Cor.14:24-25).

La enseñanza de esos versículos es confirmada por Mar 16:20, donde afirma que los apóstoles predicaran en toda parte, “cooperando con ellos el Señor y confirmando la Palabra a través de señales que los seguían”. Eso es importante, pues demuestra que la doctrina, indispensable para la fe (“la fe viene por el oír…la Palabra de Dios”), es confirmada en el corazón de los oyentes y de aquellos no creen a través de la manifestación de los dones espirituales (“señales que les seguían”).

Donde se deduce que, para predicar con poder es necesario predicar con la operación de señales que son operados a través de los dones espirituales (operación de maravillas, dones de sanidades, profecías que revelan los secretos de los corazones, etc.). La Iglesia debe, por lo tanto, buscar los dones espirituales – mandamiento del Señor (I Cor.14:1) para que pueda testificar efectivamente del Señor Jesús.

4. Reuniones de siervos que tienen ministerios
Los dones espirituales también son necesarios para que el Señor pueda aconsejar a las Iglesias y a los siervos usados en ministerios (pastores o presbíteros, evangelistas, etc.). En reuniones de esos líderes de una determinada ciudad o región, por ejemplo, se puede consultar al Señor a respecto de decisiones que necesitan ser tomadas para la realización de la Obra de Dios. El Señor también puede tomar la iniciativa y revelar Su voluntad sobre asuntos que están siendo discutidos por los pastores.

La manifestación del Señor Jesús en las reuniones de esos líderes resulta en la edificación y en la unidad entre los participantes. Cuando el Señor tiene la posibilidad de hablar a los pastores la presencia de Dios en esas reuniones es más sensible, produciendo temor del Señor, amor a los hermanos, la humildad y la verdadera unidad cristiana. Por otro lado, se acaban las discordias, el surgimiento de facciones, los celos y las agresiones entre los pastores. Cuando se discute un asunto y no se alcanza el consenso, se puede consultar al Señor pediendo Su consejo. El Señor, entonces, graciosamente, aconseja sus pastores, hablando por medio de los dones espirituales. Y cuando el Señor se manifiesta surge una concordancia entre todas que es fruto de la operación del Espíritu Santo.

Por esa razón, los líderes que tienen ministerio (pastores o presbíteros, evangelistas, etc.) deben orar y ayunar para que el Señor les conceda dones espirituales. El Señor siempre atiende a ese tipo de petición, pues es hecho de acuerdo a la voluntad del Señor (I Cor.14:1). Además, los líderes deben comenzar a enseñar a la Iglesia que, en el Nuevo Testamento, no hay profetas infalibles como en el Antiguo Testamento. Hoy día no se juzga (ni se apedrea) al profeta que falla; tan solo se juzga la profecía (I Cor. 14:27, 29; I Tes.5:20-21). Por lo tanto, se enseña, también a la Iglesia que nadie debe sentirse humillado ni aborrecerse aborrecido cuando una profecía que transmitir no fuere del Señor, a criterio de los demás que la juzguen.